miércoles, 7 de diciembre de 2011

El auto y la Biblia

El auto y la biblia

Un joven muchacho estaba a punto de graduarse, hacia muchos meses que admiraba un hermoso auto que vio en una de las tantas tiendas del cono norte, sabiendo que su padre podría comprárselo le dijo que ese auto era todo lo que quería.

Conforme se acercaba el día de la graduación, el joven esperaba por ver alguna señal de que su padre hubiese comprado el auto. Finalmente, en la mañana del día de graduación, su padre le llamó a que fuera a su habitación. Le dijo orgulloso que se sentía de tener un hijo tan bueno y lo mucho que lo amaba.

El padre tenía en sus manos una hermosa caja de regalo. Curioso y de algún modo decepcionado, el joven abrió la caja y lo que encontró fue una hermosa Biblia de cubiertas de piel de cocodrilo y con su nombre escrito con letras doradas. Enojado le gritó a su padre diciendo: “con todo el dinero que tienes, y lo único que me das es esta Biblia” y salió de la casa.

Fue tanta la decepción del joven que se fue de la casa a hacer su vida.

Pasaron muchos años y el joven se convirtió en un exitoso hombre de negocios. Tenía una hermosa casa y una bonita familia, pero cuando supo que su padre que ya era anciano está muy enfermo, pensó en visitarlo.

No lo había vuelta a ver desde el día de su graduación. Antes que pudiera partir para verlo, recibió un telegrama donde decía que su padre había muerto, y le había heredado todas sus posesiones, por lo cual necesitaba urgentemente ir a la casa de su padre para arreglar todos los trámites de inmediato.

Cuando llegó a la casa de su padre, una tristeza y arrepentimiento llenó su corazón. De pronto, empezó a ver todos los documentos importantes que su padre tenía y encontró la Biblia que en aquella ocasión su padre le había dado. Con lagrimas, la abrió y empezó a hojear sus páginas. Su padre cuidadosamente había subrayado Matero 7:11. “Y si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, cuanto más nuestro Padre Celestial dará a sus hijos aquello que le pidan”

Mientras leía esas palabras, unas llaves de auto cayeron de la Biblia. Tenían una tarjeta de propiedad a su nombre del auto que había deseado tanto. En la tarjeta estaba la fecha y era el día de su graduación y  acompañaba un factura que decía: TOTALMENTE PAGADO.

¿Cuántas veces hemos rechazado y perdido las Bendiciones de Dios porque no vienen envueltas en paquetes hermosos, como nosotros esperamos y por no abrir su palabra, la Biblia?