Antes que nada, quiero invitarte a
buscar un lugar tranquilo un lugar donde no tengas amigos cerca con quienes
distraerte, ni gente conocida a quien mirar. Ponerte cómodo, es muy importante
estar cómodo, eso te va a ayudar (aunque no demasiado para no quedarte
dormido).
¿Listo? Ahora hagamos
una pequeña oración y pongámonos en presencia de Dios.
Pidamos para que
sea Él quien nos guíe y podamos sentir su compañía durante este desierto.
En estos últimos días estuvimos viendo un poco y profundizando en nosotros
mismos, descubrimos cosas buenas que capaz no sabíamos que teníamos. Esas
virtudes que capaz no valoramos.
Pero ahora quiero invitarlos a hacer otro camino, tal vez sea un poco más
duro o más difícil de recorrer, pero estoy convencido que es igual de
importante y hasta diría que más gratificante una vez recorrido.
Te propongo leer algunos pasajes
de la Biblia,
LUCAS 23:
39-43:
39. Y
uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres
el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.
40.
Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando
en la misma condenación?
41.
Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron
nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo.
42. Y
dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
43.
Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el
paraíso.
MATEO
27: 23-25:
23. Y el
gobernador les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más,
diciendo: ¡Sea crucificado!
24.
Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y
se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de
este justo; allá vosotros.
25. Y
respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre
nuestros hijos.
MARCOS 14: 66-72; MATEO 26: 14-16; LUCAS
2:47-53; MARCOS 15:16-20
No sé si alguna
vez te diste cuenta que, en el tiempo litúrgico de la pascua, en las lecturas
de cada día, quedan resaltados los defectos y miserias de cada una de las
personas que aparecen en cada una de las lecturas
Pensemos en las
distintas personas que aparecen:
PEDRO: Jura y promete ser fiel a Jesús toda la vida y a las pocas
horas lo niega 3 veces.
JUDAS: Por egoísmo o ambición decide traicionar a
su amigo, a su maestro. Traiciona a ese mismo Jesús a quien vio hacer milagros,
a ese mismo Jesús a quien siguió durante casi 3 años,
LOS DISCÍPULOS: Los
íntimos amigos, en la noche del huerto no lograron permanecer despiertos junto
a Él, ni siquiera 1 hora, cuando Jesús se los pidió. Asustados, tampoco fueron
capaces de acompañarlo cuando fue arrestado por los soldados.
PILATO: Un hombre que
tenía la autoridad y poder suficiente como para decidir qué hacer con Jesús, y
sabiendo que no era justo lo que querían hacer con Jesús, decidió lavarse las
manos en público. No se animó a decirle que no a la gente.
LOS SUMOS SACERDOTES: Quienes
supuestamente debían ser ejemplo del pueblo, conocedores de la “verdad”. Al ver
que Jesús hacia las cosas de una forma distinta, que los “desautorizaba”,
decidieron matarlo. Para no perder su fama, poder, autoridad, para no perder a
sus fieles.
EL PUEBLO: Imagínate,
la cantidad de gente que habría estado gritando ese día, la cantidad de gente
que ni conocía a Jesús, pero igual gritaban a favor de la crucifixión, por que
nadie se animó a ser distinto al resto.
Ahora te invito a que pienses, que trates de ponerte en el lugar de cada
uno de estas personas, imagínate que harías tú en esa situación, si quieres lee
de nuevo los pasajes. ¿Cuántas veces
fuiste como Pedro? ¿Cuántas veces prometemos fidelidad eterna y terminamos
haciendo lo contrario? ¿Cuántas veces traicionamos a un amigo, a un hermano?
Y... ¿cómo Pilato? ¿Cuántas
veces nos lavamos las manos para dejar la conciencia tranquila? y ¿Cuántas
veces fuiste Pueblo?, ¿que no se anima a decidir solo, y sigue la masa?
Y ¿como Judas?
¿Cuántas veces traicionamos porque ponemos nuestro egoísmo primero? Y ¿como los
Sumos Sacerdotes? ¿Cuántas veces sentimos envidia y terminamos molestando o
criticando al que hace las cosas mejor que nosotros?
Te propongo que pienses y que escribas todas esas actitudes que tenemos,
que nos alejan de Dios, que no nos hacen bien, que no nos ayudan a ser mejores
personas, en todas esas cosas que en el fondo nos causan un profundo dolor.
Pensemos cuáles son nuestros dolores, cuáles son esas cosas en las que no
podemos pensar o no podemos nombrarlas sin sentir una enorme angustia, una
molestia, ..., que te irritan, esas que no puedo tolerar o simplemente que me
hacen sentir incómodo. Esas cosas que me dan vergüenza propia y ajena; esas
cosas que siempre te guardas y no le decís a nadie.
Acuérdate que esto queda sólo entre Dios y tu nadie más; nadie va a leer tu
cuaderno. Ahora estás en el desierto, estás solo con Dios.
Sé que es difícil y que seguramente no te sientas muy cómodo, pero te
invito de nuevo y te propongo que escribas, que escribas todo lo que te salga,
escribí sin pensar, no mires lo que escribís o cómo lo escribís.
Piensa cuáles son esas cosas que te amargan el día, esas cosas que
simplemente te “impiden” ser feliz.
Pensemos en esa gente que casi no conoces, pero cada vez que la ves o te enteras
de lo que hicieron, no lo podéis tolerar, te enojas tanto, que no podéis
sonreír.
Escríbelas:
Ahora piensa en tus amigos qué es lo que te molesta de ellos. Qué cosas
hacen o dejan de hacer, esas cosas que dicen, que te lastiman, a veces hasta
casi sin darse cuenta.
Escríbelas:
Y de tus hermanos, ¿qué cosas no compartís, qué cosas no aguantáis de
ellos, qué cosas hacen o dejan de hacer que te molestan, no toleras?
Escríbelas:
¿Y de tus viejos?, ¿qué es lo que te molesta? ¿Lo que te duele?, ¿Cuáles
son esas actitudes que nos molestan, esa forma de decir las cosas?, ¿qué es lo
que te pone triste o te enoja?
Escríbelas:
¿Cuáles son esas cosas que no podemos aceptar de nuestros viejos, de
nuestros hermanos y de nuestros amigos? Esas cosas que a tu criterio ellos
tienen que cambiar.
¿Y de ti mismo? ¿Qué te molesta? ¿qué cosas no te aceptas a vos mismo?
¿Cuáles son esas cosas que tendrías que cambiar de ti mismo? ¿te quieres a ti
mismo? ¿te respetas? ¿Cuáles son esas cosas que no le cuentas a nadie, esas cosas
que sólo sabe Dios y que tu no queréis mirar?
Toda esa miseria que tenéis adentro, tan bien escondido abajo del
cigarrillo, del alcohol, del boliche, de la moda, manteniendo mi imagen intacta
“yo soy perfecto” que casi no sabes que la tenéis pero que al mismo tiempo
molesta tanto y te hace sentir tan incómodo que no podes estar solo y en
silencio mucho tiempo, por que cuando frenas y
te das cuenta que estas haciendo un esfuerzo enorme para mantener una
imagen que no es tuya te das cuanta que adentro tuyo existe una persona
distinta al resto y eso nos da miedo.
Te invito a que empieces a escuchar lo que tenéis dentro.
¿Piensa qué cosas no te aceptas de ti mismo, Tu cuerpo? ¿Tu personalidad?
Capaz no son tan graciosos o tan inteligente como queréis. Capaz no eres el
centro de tu grupo o capaz haces muchas cosas que no queréis hacer, cosas que
no harías si no fuese por tus amigos o familia.
Piénsalo, Escribidlo.
Te invito a que hoy arranques a hacerle frente a estas miserias, que
averigües quién eres realmente, y así poder elegir y quedarte con lo bueno que
te ofrece la sociedad y con lo bueno que hay adentro tuyo. Pero para eso es
necesario aceptar tus miserias, es necesario reconocernos imperfectos. Es
necesario que nos aceptemos a nosotros mismo, tal cual somos.
Aprovecha el día de hoy para ofrecerle todas esas cosas a Dios, ponerlas en
sus manos, y pídele que te enseñe a quererlas. Que te ayude a abrazar todas
esas cosas que no te gustan, y de a poco y con mucha paciencia tratar de
mejorar.
Dios nos invita a que le ofrezcamos todo lo que somos, esas cosas buenas
que tenemos, pero también las cosas malas. Dios no tiene vergüenza de recibir
nuestros dolores y pecados, Jesús los cargó sobre sus hombros, no se avergonzó
de la traición de Pedro (aunque seguramente le haya dolido), ni del pedido del
buen ladrón. Dios está al lado de nosotros porque es perfecto, sino todo lo
contrario, Dios está al lado de nosotros porque somos imperfecto.
Aprendamos de Pedro, que, habiendo traicionado, se dejó mirar por Jesús, se
arrepintió, se reconoció imperfecto y pide perdón confiando en la misericordia
de Dios. O como el Buen Ladrón que, a pesar de todos sus pecados y miserias, se
anima a mirar a Jesús en la Cruz, y a reconocerse necesitados.
A eso estamos invitados hoy a mirar la Cruz, teniendo la humildad de
sabernos pequeños.
Por último, te invito a que escribas en la maderita que te dieron, esas
cosas que queréis ofrecerle a Dios, esas cosas que capaz queréis cambiar,
aprender a aceptar, esos dolores...
Ahora sí lo ultimo que te invito a que hagas es una oración antes de
terminar; lo que más te guste o como mejor te salga. Sólo vos y Dios nadie más.
Yo los dejo para que hablen de lo que quieran... (para que hables con Él, no con el de al lado) ... regálale
este tiempo que tenéis.