miércoles, 13 de mayo de 2020

UN ALCALDE O UN JUEZ SU RESPONSABILIDAD ES PROCURAR QUE LA JUSTICIA SE ADMINISTRE





1 TIMOTEO 6: 10

“porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”.

Cuando un sirviente e la iglesia o un predicador llega a ser avaro, deja de ser útil. No puede predicar como debe. Tiene miedo de ofender a los hombres y se deja sobornar por el silencio. Su boca se cierra y deja a los hombres hacer los que quieren. No puede decir ninguna palabra de advertencia a nadie, menos a los grandes y poderosos. Descuida su responsabilidad pues no castiga a los injustos.

De la misma manera un alcalde o un juez. Su responsabilidad es procurar que la justicia se administre. Por eso no debe pensar cómo puede adquirir riquezas y llenar su vida de gozos. Porque si sirve a las riquezas, se deja sobornar con dádivas. Así se ciega y no ve cómo viven los hombres y piensa. “Si castigo a éste o al otro pierde sus amistades y quizás también mis bienes”, Aunque un juez así tenga un puesto importante el cual le ha dado Dios, sin embargo, no puede cuidarlo de una manera justa. Se encuentra imposibilitado si las riquezas tienen cautivo su corazón.

La gente quiere enriquecerse. Los cristianos también son tentados a esto. No obstante, el deseo de riquezas está lleno de peligros. “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y ainas, que hunden a los hombres en ruina y perdición.” ¿Cantas vidas que son controladas por el deseo de riquezas? ¿Acaso no han seguido el mismo camino: se han rendido a la tentación, han sido atrapados en el pecado, son llevados a acciones totas y sin sentido, ¿y se han perdido en la ruina final? El curso de los acontecimientos no siempre puede ser evidente de una manera externa. Parecía que, para el hombre rico, “que se vestía de púrpura y de lino fino, y celebraba todos los días fiestas esplendidas”, todo marchaba bien. El que él había sucumbido a las tentaciones de las riquezas, y que estaba atrapado en un estilo de vida que lo llevaría a la ruina, no se hizo evidente hasta que murió y se encontró en el infierno (Lucas 16: 19-31).

El dinero en sí mismo no es lo malo. El Señor hizo de Abraham un hombre rico. La mayor parte de los cristianos son bendecidos con más dinero del que es necesario para suplir un mínimo de alimento y de abrigo. A los cristianos hasta se les pueden otorgar grandes riquezas y pueden servir a Dios con ellas. Pablo escribe que es “el amor al dinero” el que es la “raíz de todos los males”. La actitud que el corazón tiene hacia las riquezas se convierte en la raíz del problema. El amor al dinero, ser “ambicioso”, lleva a toda clase de maldades. El joven rico, aunque llevaba una vida virtuosa, amaba sus riquezas, le volvió la espalda a Cristo y se alejó de él. Judas amaba el dinero y traicionó a su Señor, y después en dolorosa desesperación se quitó la vida. (El dinero), el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y se traspasaron a sí mismos con muchos dolores. ¡Que contraste el contentamiento con las promesas de Dios contra la avaricia que lleva a la ruina final!

lunes, 11 de mayo de 2020

TENIENDO DESEO DE PARTIR Y ESTAR CON CRISTO





Cuando mi sobrina Rosemary era niña, fue durante una semana de retiro de verano con un grupo cristiano. Después de unos días, recibimos una carta de ella dirigida a su mamá, o sea mi hermana mayor y a mi Cuñado, y decía simplemente “por favor vengan y llévenme a casa hoy mismo”.  Lo que su mente infantil no podía comprender era, desde luego, que pasarían algunos días hasta que recibiéramos su carta y otros más antes de que pudiéramos ir a buscarla. Lo único que sabía su corazón de niña era que añoraba estar en casa con mamá y papa… y algo así puede ser difícil para un pequeño.

Filipenses 1. 23
Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor;

Las palabras elocuentes y llenas de gozo de Pablo expresan la actitud que todo cristiano debe tener hacia la vida y hacia la muerte. Para un cristiano, vivir es Cristo. La verdadera vida es imposible sin Cristo, la gran meta de la vida de todo cristiano debe ser servir y glorificar a su Señor. Si Cristo es verdaderamente nuestra vida, nuestra obsesión con él y nuestro gozo en él serán evidentes en todo lo que hagamos. Nuestros pensamientos y nuestros planes estarán centrados en él, y nuestras palabras y acciones constantemente darán testimonio de nuestro compromiso con aquel que nos ha hecho nuevas criaturas espirituales mediante la fe Jesús.

Pero sabemos que no siempre es fácil llevar una vida así ni reflejar este compromiso. Hay muchos obstáculos y enemigos, incluyendo la naturaleza pecaminosa que dentro de nosotros quiere que vivamos sólo para nosotros mismos. Sin embargo, como Pablo, podemos encontrar la fuerza para vivir por cristo en lo que el Espíritu Santo nos da a través de los medios de gracia. Podemos orar confiadamente por las ricas bendiciones que nos da el Espíritu. A medida que aumentamos diariamente en la gracia, en el conocimiento y en la fe viva, podemos hacer que las palabras de Pablo también sean nuestra propia confesión. “Porque para mí el vivir es Cristo”.  Solamente en esta clase de vida podemos encontrar verdadera satisfacción y gozo.

A veces podemos ser como mi sobrina Rosemary cuando pensamos en este mundo. Es fácil anhelar estar con Jesús y empezar a desear vivir ya en nuestra “morada eterna”, sabemos que este mundo nunca será realmente nuestro hogar. Como el apóstol Pablo, sentimos particularmente esto cuando las luchas de la vida son difíciles. Mientras estaba en Roma aguardando el juicio, el apóstol escribió: “Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor;” Filipenses 1: 23. Le encantaba servir al Señor., pero una parte de él añoraba estar con el Salvador.

¿Qué consolador es saber que tenemos la esperanza de estar con Jesús… e un hogar que es muchísimo mejor!



RLM