1. LAS PALABRAS “SER HUMANO” y “HOMBRE Y
MUJER”: Tanto en el Antiguo Testamento (heb. Adam, emosh, o
ish) como en el Nuevo (griego anzropos), el término
castellano hombre puede usarse en sentido genérico, que contrasta al ser humano
con Dios y abarca a toda la humanidad, o en sentido más restrictivo, que
contrasta al hombre con la mujer. En la actualidad, el segundo sentido
ha adquirido más prominencia, lo cual crea nuevos problemas de traducción.
Cuando el texto original el estilo castellano lo permiten, se a usado
expresiones tales como “género humano”, “gente”, “humanidad”, “mortal”,
“persona” y “ser humano”.
2.
GENESIS 1:26,27 (NUEVA VERSIÓN
INTERNACIONAL 1999)
V 26.
y dijo:
“Hagamos al ser humano a nuestra imagen y
semejanza.
Que
tenga dominio sobre los peces del mar,
Y sobre
las aves del cielo;
Sobre
los animales domésticos,
Sobre
los animales salvajes,
Y sobre
todos los reptiles
que se
arrastran por el suelo.”
El escenario estaba puesto para la culminación de la obra
creadora de Dios. Él dijo: “Hagamos al hombre”. Mucho antes de que los humanos
pensáramos en Dios, él ya estaba pensando en nosotros y haciendo planes para
que compartiéramos la vida con él, como miembros de su familia.
Dios abordó la creación de criatura más alta en una forma
diferente a cualquier otra cosa que hizo. Esta vez nos dio simplemente la orden
creadora: “¡Sea!” Antes de crear al primer ser humano se comprometió en una
solemne deliberación. Estimados estudiantes habrán notado los plurales (Hagamos
… a nuestra imagen … a nuestra semejanza”). El Nuevo Testamento deja bien claro
que las tres personas de la Trinidad estaban activas en la obra de la creación.
En el relato de la creación, Moisés utilizó un lenguaje consistente que
armonizara en todo con la información que Dios después nos revelaría sobre la
pluralidad de las personas en la Deidad.
Dios estableció claramente cuál era su propósito al
designar al hombre como su criatura superior. Habría de señorear sobre el resto
de la creación, “en toda la tierra”. Este programa divino para la raza humana
deja bien claro que las criaturas humanas de Dios no fueron otra especie de
animal. La humanidad, hombre y mujeres, está claramente diferenciada de los
animales, separada para una función diferente de la que el Creador asignó a sus
otras criaturas inferiores. El hombre fue destinado para administrar la tierra
para Dios. Todos los recursos de la misma fueron colocados bajo su
jurisdicción. Cuando Dios lo bendijo (Génesis 1:28) le mandó sojuzgar la tierra
para gobernarla.
La caída en pecado modificó mucho este dominio sobre la
creación de Dios. El mundo creado ya no está completamente subordinado al
hombre pecador. Los animales lo atacan y lo matan; las aguas lo ahogan; y al
final la tierra lo cubre. Pero la autorización de Dios de “¡Sojuzgad la tierra
y señoread sobre ella!” nunca ha sido revocada.
27.
Y Dios
creó al ser humano a su imagen;
Lo creó
a imagen de Dios.
Hombre y
mujer los creó,
“Y creo Dios al hombre a su imagen.” Resulta de
particular interés que por tercera vez en este capítulo Moisés usó el verbo
crear. Este verbo e hebreo se usa únicamente cuando Dios es el autor de la
acción, y de una acción única y sin precedente. Moisés había empleado con
anterioridad este verbo sólo al describir la creación de Dios del universo
(1:1) y cuando los primeros seres vivientes se movieron por su voluntad (1:21).
Aquí este verbo crear en sí mismo no implica solamente hacer algo de la nada.
Dios utilizó un puñado de tierra para crear a Adán.
Con el objeto de preparar a sus primeras criaturas
humanas para el gran mandato de administrar la tierra para él, Dios los hizo a
su imagen, semejantes a él. Aquí está la evidencia fundamental de que la
humanidad, a quien Dios creó hombre y mujer, ocupa el lugar más importante de
su creación. Algunos estudiantes de la Biblia han visto en la expresión “a la
imagen de Dios” sólo una referencia a la humanidad del hombre, la conciencia de
sí mismo, su intelecto. Pero éste no es de ninguna manera el significado
bíblico del término. (Aun después que Adán y Eva cayeron en pecado y perdieron
la imagen divina, retuvieron su personalidad humana y sus poderes
intelectuales). La imagen de Dios no puede describir la imagen divina como el
conocimiento especial, sabiendo que de Dios provienen todas las bendiciones
(Colosenses 3:10). Describe la imagen divina como santidad, la ausencia de
pecado (Efesios 4:24).
Para tratar de comprender el concepto de imagen divina
nos podría ayudar describir el efecto que tuvo esto en la personalidad de Adán
y Eva: sobre su intelecto, emociones y voluntad. A diferencia de la torpeza
mental e ignorancia con que nacemos, Adán y Eva comprendieron perfectamente con
su intelecto lo que Dios quería que supieran. Mientras poseyeron la imagen de
Dios sus emociones estaban en armonía con la de Dios; su máxima felicidad la
encontraban en su Creador. Y a diferencia de la rebeldía con que nacemos, la
voluntad de ellos estaba en completa armonía con la voluntad divina. Cada
impulso y deseo de ellos concordaba con la buena voluntad del Señor. Creados a
la imagen de Dios, fueron réplicas humanas de Dios.
Sabemos que esta bella reacción se destruyó cuando Adán y
Eva dudaron del amor divino, desobedecieron su mandamiento, y arrastraron a
toda la humanidad en su caída. Todos sus descendientes, con una sola excepción,
vinieron al mundo con una imagen pecaminosa: una mente ignorante del buen plan
que Dios tiene para ellos, trajeron emociones que se gozan en cosas que
desagradan a Dios y con una voluntad que se rebela contra la buena y
misericordiosa voluntad de Dios. Sin embargo, el Nuevo Testamente nos trae las
maravillosas noticias de que mediante la fe en Cristo se crea nuevamente la
imagen de Dios en el pecador, restaurándose la preciosa relación que adán y Eva
una vez tuvieron con Dios.
Mientras vivimos en un mundo pecador la imagen de Dios
sólo se restaura parcialmente en nosotros mediante la fe. Esta nueva naturaleza
que el Espíritu Santo crea en nosotros debe coexistir con la imagen pecaminosa
que recibimos de nuestros padres. Sin embargo, Juan nos asegura: “Cuando él
(Cristo) se manifieste, seremos semejante a él, porque le veremos tal como él
es” (1 Juan 3:2). Cuando el creyente entre a la vida eterna, la imagen de Dios
le será restaurada totalmente.
LA FE JUDEO-CRISTIANA SE BASA EN EL
HECHO DE QUE DIOS ES UN SER PERSONAL, QUE TIENE MENTE, EMOCIONES, VOLUNTAD
PROPIA, CONCIENCIA DE SÍ MISMO, LIBERTAD. NOSOTROS SOMOS SERES PERSONALES PORQUE
HEMOS SIDO CREADOS A IMAGEN Y SEMEJANZA DE ÉL (Y PARA ÉL. DE HECHO, ¡NO HAY
OTRA RELACIÓN INTERPERSONAL MÁS IMPORTANTE QUE NUESTRA RELACIÓN CON DIOS!
3. JUAN 14:9
(NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL 1999)
9.
¡Pero
Felipe! ¿Tanto tiempo llevo ya entre ustedes, y todavía no me conoces?
El que
me ha visto a mí, ha visto al Padre.
¿Cómo
puedes decirme: “Muéstrame al Padre”?
Todos
los discípulos estaban luchando por entender. Felipe ofreció que al parecer era
una solución lógica. Sencillamente Jesús les mostraría el Padre a ellos. Por lo
visto, él sentía que Jesús podría hacer que Dios el Padre se pareciera de
alguna manera.
Por esta “solución”
no contestaba la pregunta. Los discípulos conocerían al Padre si es que
conocían a su Hijo. En vez de esto estaban luchando con algunos de los mismos
asuntos con que luchaban los judíos incrédulos. Pero ellos no enfocaban el
problema desde el punto de vista de la incredulidad ni desde un corazón
endurecido como los judíos lo hacían.
Jesús
reprendió a Felipe: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has
conocido, Felipe?”. Entonces afirmó esta sencilla verdad: “El que me ha visto a
mí, ha visto al Padre.” Lo único que Felipe debía hacer era abrir los ojos y
ver quién estaba parado precisamente frente a él.
EN LA BIBLIA ENCONTRAMOS UN DIOS ÚNICO
QUE ES A LA VEZ TRES PERSONAS: PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO. AL RELACIONARNOS
CON CUALQUIERA DE ESTAS PERSONAS NOS RELACIONAMOS CON DIOS TODO POR ESO EN ESTE
ESTUDIO NO NOS LIMITAREMOS A UNA SOLA PERSONA DE LA TRINIDAD.
4.
APOCALIPSIS 3:20 (NUEVA VERSIÓN
INTERNACIONAL 1999)
20.
Mira que
estoy a la puerta y llamo.
Si
alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré.
Y cenaré
con él, y él conmigo.
Nos
ilustra el poder del evangelio para invitar y convertir almas. La mayoría de
nosotros conocemos y atesoramos la bella pintura del Salvador tocando a la
puerta del corazón del creyente.
La fe
salvadora no es una decisión que el hombre hace abriéndole la puerta a su Redentor.
Jesús señalo a sus discípulos: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os
elegí a vosotros” (Juan 15:16). Los miembros de la iglesia de Laodicea por su propia
culpa se habían distanciado de la fe, pero el Salvador tomó la iniciativa de
hacerlos regresar, y no sólo dice: “Estoy a la puerta y llamo” (versículo 20),
sino que es su “voz” la que nos lleva a abrir la puerta (versículo 20). Pablo
les recuerda a los efesios que sesta voz de verdad, llamando a la puerta de su
corazón, los trajo a la fe. “En él también vosotros, habiendo oído la palabra
de verdad, el evangelio de vuestra salvación” (Efesios 1:13).
Todas
las cartas a las iglesias terminan con una promesa, inclusive esta iglesia “tibia”
que tiene dos. Aquellos que en vida responden al llamado del evangelio del
evangelio, disfrutarán de tener a Jesús como el invitado al banquete en su
corazón (versículo 20). Esta imagen de Jesús y el creyente cenando juntos no se
refiere a la Santa Cena, pues en esta última sólo el creyente participa. La
imagen más bien describe el gozo de aquellos que “se sienten en casa” con Jesús
mientras están en el mundo. Quienes han sido injertados mediante la fe a Jesús,
les dijo: “Os he llamado amigos” (Juan 15:15). Hizo esta promesa a todos los
creyentes: “El que me ama, guardará m palabra; y mi Padre le ama e iremos a él,
y haremos morada con él” (Juan 14:23).
SE NOS PINTA AQUÍ UN CUADRO MUY VÍVIDO
DE LO QUE DIOS (CRISTO) QUISIERA QUE FUERA NUESTRA RELACIÓN CON ÉL.
NOTA: Para desarrollar este estudio se utilizó
LA SANTA BIBLIA NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL 1999, BIBLIA POPULAR 2004, ESCRITOS
DE FELIPE LEWIS y ROSA DE LEWIS.
El que posee el
don divino