El psicoterapeuta David Kantor en
uno de sus libros explica la dinámica usada para tomar las mejores decisiones
ante situaciones de controversia de opiniones, usando las categorías de roles
que están presentes en toda dinámica de comunicación asertiva.
Primero tenemos al “iniciador” que es quien trae las
ideas, inicia los proyectos, aboga por una nueva línea de acción (“vayámonos a
de viaje a Machu Pichu”). Luego tenemos al “bloqueador”, aquél que siempre
encuentra fallas en las iniciativas, cuestionando la nueva propuesta (“No, es
muy caro”). Estos dos usualmente se enganchan en una discusión sin fin
hasta que interviene el “apoyador” que toma uno de los
lados del debate (“comparativamente, los costos de ir de viaje a Machu Pichu y
a otros lugares no son tan caros”). Finalmente está el “conciliador”, que se mantiene neutral y trata de
comentar lo que está pasando (“parece que tenemos un desacuerdo sobre si ir o
no a Machu Pichu”).
Entre el iniciador y el bloqueador suele haber
la mayor tensión, pero si el conciliador la sabe manejar bien,
lo que se produce al final es una decisión mayoritaria -a veces concensuada-
que es de calidad superior a la que se propuso inicialmente.
Las implicancias de entender esto son
enormes para la gestión de una Institución o en los niveles de las estructuras
organizativas de la Institución. Generalmente los líderes más exitosos son
aquellos que saben rodearse y escuchar a los críticos, y confrontar con ellos
sus puntos de vista antes de tomar decisiones. Esto no solo las perfecciona,
sino que les da a todos los opinantes la sensación de inclusión previa a las
decisiones, lo cual debiera ser una fortaleza de la democracia.