Mientras
revisaba en mi biblioteca de mi casa algunos documentos y libros, encontré una
revista del año 2001, cuyo título “MÁS ALLÁ DEL AÑO 2000: EXPECTATIVAS PARA EL
NUEVO MILENIO”. Fue fascinante leer las predicciones de hace dos décadas sobre
lo que pasaría en el futuro. Se exponían algunas consideraciones generales,
pero nadie anticipaba ninguno de los acontecimientos ni delas innovaciones que
han cambiado radicalmente nuestra vida. La declaración que más me impactó fue
esta: “LA PRIMERA REGLA DE LA PRONOSTICACIÓN ES QUE LO IMPREVISTO HACE QUE EL
FUTURO SEA IMPREVISIBLE”.
SANTIAGO 4: 15
En lugar de lo cual deberíais decir: Si
el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.
Todos los cristianos
tienen que vivir con un dilema: por una parte, debemos vivir como si fuéramos a
morir mañana o como si el día del juicio viniera mañana. Por otra parte, puesto
que el Señor tal vez no venga durante siglos, debemos planear y trabajar con la
suposición de que viviéremos todavía por mucho tiempo y que nuestras iglesias y
escuelas deben sobrevivir durante siglos. Santiago está presentando aquí sólo
un lado de ese dilema. No está condenando las cuentas bancarías ni los comités
de planeación a largo plazo. Lo que está condenando es el otro extremo: suponer
que vivirán hasta los cien años, que reconciliarse con Dios puede aplazarse indefinidamente.
Dios no soporta la jactancia ni la presunción sobre lo que la gente piensa que
va a hacer. Él es el único que sabe el futuro, y el único que gobierna el
presente.
Santiago nos
recuerda que cualquier opinión sobre el futuro que deje de lado a Dios es insensato
y soberbia. “¡Vamos ahora! los que
decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y
traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana.
Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco
de tiempo, y luego se desvanece.
En lugar de lo cual deberíais decir: Si
el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello” (Santiago 4: 13-15).
Muchas personas
solían empezar sus declaraciones sobre los planes diciendo: SI DIOS QUIERE o DIOS
MEDIANTE. Quizá la frase se haya vuelto trillada, pero no sucede así con el
hecho de reconocer la presencia de la mano soberana del Señor.
Cuando miramos
al futuro manteniendo firmemente a Dios en la mira, podemos enfrentar los días
venideros confiando en su plan amoroso.
RLM