En tiempos como
éstos, en que las economías mundiales van de pique, en que siempre más países
se acercan a tener armas nucleares, la tentación también para cristianos es
desesperarse de que se pueda hacer sentido del mundo, que hay alguien que está
en control y que la vida no es solamente un gran juego de azar. Después de la
derrota de su país y su exilio en Babilonia, esto debe haber sido una gran
tentación a los creyentes que quedaban entre los que sufrieron el destierro y
la pérdida de su vida de culto en el templo. Isaías escribió esta profecía aun
antes del exilio animando proféticamente al pueblo con las noticias de que su
exilio llegaría a su fin, que serían restaurados a su patria, y que allí con fe
podrían esperar la fecha en que Dios enviaría el Salvador prometido para su
pueblo y para el mundo.
Aquí Isaías
hasta da el nombre de aquel que derrotaría a los enemigos del pueblo de Dios y
liberaría a Israel. Con esto dio a entender a ellos y a nosotros que El Señor
controla el mundo en beneficio de su pueblo.
I.
Levanta un rey como Ciro y lo hace
invencible.
II.
II. Lo hace en beneficio de su pueblo.
III.
III Así muestra que sólo él es el Señor.
Cómo demuestra
el Señor que él está en control. Levanta a Ciro y lo hace invencible. Aunque
enfrenta los poderes más temibles de su tiempo, su avance se hace imparable.
Ciro nació alrededor del año 590 a.C. Para el año 550 vence a los medos bajo el
rey Astíages para controlar gran parte de lo que ahora es Irán. Tres años más
tarde conquista Lidia, para controlar gran parte de lo que ahora es Turquía, y
luego también muchos lugares de habla griega en lo demás de Asia Menor y al
norte de Grecia y Macedonia. Extiende sus dominios en Persia o Irán entre 546 a
540, y finalmente toma Babilonia casi sin resistencia en 539 o 538 antes de
Cristo, así llegando su imperio a alcanzar toda Mesopotamia y la costa del
Mediterráneo hasta la frontera de Egipto. Y todo esto en poco más de 1O años.
Realmente son
hazañas asombrosas, que hacen de Ciro uno de los grandes conquistadores en la
historia del mundo.
¿Pero cuál fue el secreto de su éxito?
Nuestro texto
nos dice: "Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su
mano derecha para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para
abrir puertas delante de él, puertas que no se cerrarán: Yo iré delante de ti y
enderezaré los lugares torcidos".
A Ciro se llama
el ungido de Jehová. Quiere decir que el Señor mismo lo ha escogido para hacer
una misión particular, y que el Espíritu de Dios lo capacita en alguna forma
para que pueda cumplir con éxito la tarea del Señor. Otra manera de expresar la
misma idea es que Jehová lo "tomó por su mano derecha". El Señor
mismo lo guiará en todo lo que logra.
Será invencible.
Cuando nos
preguntamos cuál será esa función para la cual Ciro es el elegido, veremos que
es para cumplir con la voluntad de Dios en lo político. Será "para sujetar
naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir puertas delante de
él, puertas que no se cerrarán."
Aquí se
profetiza toda esa vertiginosa carrera de Ciro que recitamos un poco antes.
Sería invencible en la guerra. Las más fuertes fortificaciones serían corno
papel delante de él. Conquistaría los imperios más fuertes de su tiempo. Y todo
con la ayuda del Señor quien lo eligió para cumplir su voluntad. "Yo iré
delante de ti y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce y
haré pedazos cerrojos de hierro".
Aun el imperio al parecer invencible de Babilonia que había oprimido al
pueblo de Dios por 70 años tendría que rendirse ante él. Tenía defensas
formidables. Hubo doble muros, el exterior de 47 km de largo y tan ancho que se
podía manejar carros arriba del muro, con muchas torres y con ocho grandes
puertas imponentes. Sin embargo, las fuerzas de Ciro desviaron la fluencia del
río Éufrates y entraron y tomaron la capital de ese gran imperio casi Sin
resistencia. Sus grandes muros y puertas nada le valieron a Babilonia. ¿Por qué? Porque Dios había decretado
el fin de su poder y opresión.
Además, Ciro
recibirá una gran recompensa por haber hecho la voluntad de Dios. "Te daré
los tesoros escondidos y los secretos muy guardados". Los tesoros de una
ciudad tras otra se convertirían en la tesorería real de Persia.
Particularmente la inmensa riqueza de Babilonia, producto de sus despojos y los
tributos exigidos de todas las naciones tributarias pasaría a Ciro. Es como
escribió Habacuc: "¿No se
levantarán de repente tus deudores y se despertarán los que te harán temblar? Tú
serás como despojo para ellos. Por cuanto has despojado a muchas naciones,
todos los otros pueblos te despojarán a ti, a causa de la sangre de los
hombres, y de las violencias hechas a la tierra, a las ciudades y a todos los
que en ellas habitaban" (Hab 2.7-8).
¿Y para qué daría Dios todo este poder,
todo este éxito a Ciro? Lo hace en beneficio de su pueblo.
Nunca fue la intención de Dios que Israel sufriera para siempre en el
destierro, que fuera aniquilado por los ejércitos de Asiria y Babilonia. Más
bien quería disciplinar a su pueblo, purificar un remanente, para que volviera
a su patria para allí esperar la venida del Ungido por excelencia, el
conquistador espiritual de todos nuestros enemigos espirituales, el Señor
Jesucristo. Así dice nuestro texto:
"Por amor de mi siervo Jacob, de Israel, mi escogido, te llamé por
tu nombre; te puse un nombre insigne". En el capítulo antes de nuestro
texto el último versículo dice: "Yo soy el que dice de Ciro: 'Es mi pastor
y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: 'Serás edificada', y al
Templo: 'Serán puestos tus cimientos'" (Is 44.28).
Y efectivamente,
tan pronto como los persas bajo Ciro pusieron fin al dominio de Babilonia, se
nos informa: "En el primer año de Ciro, rey de Persia, para que se
cumpliera la palabra de Jehová anunciada por boca de Jeremías, despertó Jehová
el espíritu de Ciro, rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también
por escrito en todo su reino, este decreto: «Así ha dicho Ciro, rey de Persia:
Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha
mandado que le edifique una casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien de entre
vosotros pertenezca a su pueblo, sea Dios con él, suba a Jerusalén, que está en
Judá, y edifique la casa a Jehová, Dios de Israel (él es el Dios), la cual está
en Jerusalén. Y a todo el que haya quedado, en cualquier lugar donde habite,
que las gentes de su lugar lo ayuden con plata, oro, bienes y ganados, además
de ofrendas voluntarias para la casa de Dios, la cual está en Jerusalén"
(Esd 1.1-4).
¡Piensen en
esto! Ejércitos marchando, grandes imperios derrumbándose, poderes económicos y
militares tambaleándose. Verdaderamente fueron tiempos agitados. Los chinos
tienen una maldición: "Que vivas en tiempos interesantes". Las
naciones en ese tiempo vivirían en tiempos interesantes, tiempos revueltos.
Pero había Alguien detrás de todo lo que estaba pasando, alguien que seguía
amando fervorosamente a su pueblo, alguien que estaba usando todo ese aparente
caos de guerra y conquistas con su propio propósito, que era de bendecir y
restaurar a su pueblo a la tierra que les había dado por herencia.
Y el mismo Dios
nos da la misma seguridad. Nos promete que Nunca os dejaré ni os desampararé.
Nos promete que a los que aman a Dios, a los que son llamados conforme a su
propósito, todas las cosas les ayudan a bien. Asegura a su iglesia que las
puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Todo Apocalipsis fue escrito
para que sepamos que Cristo sigue reinando a pesar de todos los ataques y todas
las tribulaciones que experimentan los creyentes y la iglesia en este mundo.
Por medio de la
obra de Ciro el Señor mostraría que sólo él es el Señor. Aun Ciro mismo, un rey pagano, debe darse
cuenta en alguna forma que es un instrumento de Dios y que él lo está usando
para beneficiar a su pueblo. "Para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de
Israel, que te pongo nombre". No quiere decir necesariamente que llegó a
ser un verdadero creyente en Jehová. Pero aun el decreto en el libro de Esdras
muestra que tuvo alguna conciencia de este hecho: "Jehová, el Dios de los
cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha mandado que le
edifique una casa en Jerusalén, que está en Judá''.
Sin embargo, el
texto también dice varias veces de Ciro: "Aunque no me has conocido".
August Pieper comenta: "Si Ciro llegó a conocer al Señor en fe o no se
tiene que dejar sin decidir. Una inscripción, descubierta en 1879 que ahora
está en el museo británico lo describe como un politeísta y un
indiferentista". También la historia lo presenta tomando las manos del
dios Marduk en Babilonia y proclamando que respetará la religión de los
diferentes pueblos. Pero sí se puede
concluir por lo que dice la Biblia que Ciro reconoció que Dios lo había enviado
y que el Dios de Israel fue el Dios verdadero.
Pero ese
conocimiento debe llegar aún más lejos. "Para que se sepa desde el
nacimiento del sol hasta donde se pone, que no hay más que yo. Yo soy Jehová, y
no hay ningún otro." Jehová es el nombre de Dios que resalta su fidelidad
a sus promesas. No habría otra explicación por esta milagrosa liberación de su
pueblo por el servicio de Ciro el conquistador. Pero como Ciro es un tipo de
Jesucristo, nuestro libertador espiritual, también se algo que, por la
predicación del evangelio, anunciando su victoria sobre nuestros peores
enemigos, muchos en todas partes del mundo llegan a reconocer que el Señor es
el único Dios, y que la salvación viene de él.
El texto
concluye con las palabras: "Yo formo la luz y creo las tinieblas, hago la
paz y creo la adversidad. Solo yo, Jehová, soy el que hago todo esto."
Tiempos oscuros de prueba, y días brillosos de liberación. Paz y bienestar, y
adversidad que nos prueba, disciplina y fortaleza, todo esto viene de Dios y
está bajo su control.
No es la última
vez que Dios ha usado gobernantes paganos para hacer algún bien para su pueblo.
Podemos pensar en Alejandro Magno, que formó un imperio desde Grecia para
incluir Egipto y hasta la India. Un resultado fue que el griego llegó a ser un
idioma mundial y el idioma del Nuevo Testamento, un idioma en que todo el
imperio romano y más allá de sus fronteras podía escuchar y entender el mensaje
de Cristo. Podemos pensar en César Augusto, que incomodó a gran número de
personas ordenando que todo el mundo fuese al pueblo de que eran ciudadanos
para ser empadronados, para hacer que se cumpliera la profecía del nacimiento
de Cristo en Belén, conforme a la profecía que escuchamos en la clase bíblica
hoy. Podemos pensar en los turcos que amenazaron las fronteras del Santo
Imperio Romano, y llenaron de temor a toda Europa en el siglo XVI. Pero también
mantuvieron a Carlos V tan ocupado en pelear con ellos que no pudo aplastar la predicación
de Martín Lutero desde el principio como habría querido. Y Dios sigue en el
control. Cuando pensamos en la manera en que Dios pudo cumplir sus propósitos a
través de un hombre como Ciro, nos tranquiliza y nos da seguridad ahora también
en las promesas fieles de nuestro Dios. Realmente, no nos dejará, y no nos desamparará.
Amen.