CONFLICTOS PERSONALES O
CONFLICTOS ORGANIZACIONALES
¿CUÁL DE ELLOS?
Es
costumbre general atribuir conflictos automáticamente a la(s) persona(s)
involucrada(s) en el conflicto. Hay una razón para ello, porque no hay
conflicto sin personas involucradas. Es por eso que debemos tener la capacidad
de distinguir entre:
1.
Conflictos personales, que necesitan de
la ayuda personal.
2.
Conflictos organizacionales (de metas y
de estructuras), que requieren de la aclaración o de la reorganización.
3.
Conflictos de grupos.
Suponemos,
que la enorme mayoría de conflictos en las Instituciones Eclesiales organizadas
son de tipo técnico (conflictos por falta de claridad en las tareas, en las
responsabilidades, en los procedimientos) o de grupos, pero, se los trata como
conflictos personales con dos consecuencias agravantes:
a. No
se resuelve el problema, el conflicto seguirá con otros actores.
b. Se
comete una grave injusticia contra las personas involucradas.
Ante
los conflictos personales sigue siendo la mejor recomendación, que la selección
de los que van ha desarrollar las diferentes tareas dentro de la Institución
Eclesial sea exigente, porque la claridad en las virtudes requeridas evita
posteriores problemas. Los conflictos técnicos – organizacionales tienen
solución: Aclarar las metas y sus tareas correspondientes, especificar las
formas de división y coordinación del trabajo, etc.
Pero,
ante todo en casos de conflictos vale tener presente, que los que tienen a su
cargo desarrollar las tareas dentro de la Institución Eclesial son solo un
medio para nuestra eficacia en la evangelización. La fraternidad ha de ser la
forma de trato en todo momento, porque somos hijos del mismo Padre.
Si
hemos determinado correctamente el tipo de conflicto general, podremos empezar
por resolverlos. Si no hacemos dicha distinción no se vera el horizonte de
solución