Esto decía cierta persona a dos
buenos vecinos que encontró en un restaurant del pueblo.
Ustedes no deben creer en Dios porque
es algo anticuado y anticientífico no debemos creer en algo que nadie ha visto
jamás. Yo no creo lo que no veo. Una de los vecinos, el que estaba a la derecha
del que afirmaba sobre Dios, hombre inteligente y de buen humor, tomó el vaso
de cerveza de este hombre y se lo bebió de un sorbo sin que aquél se diera
cuenta, pues estaba conversando acaloradamente con el vecino de la izquierda.
Cuando quiso tomar otro trago y halló vacío el vaso, dijo al vecino de la
derecha.
Pero ….. vecinos, ¿Con qué derecho se
ha bebido usted mi cerveza?
¿Yo? ¿Me ha visto usted? …. Usted no
cree sino lo que ve ….
Bueno, es verdad que no le he visto
bebiéndose mi cereza, pero en esta mesa no estamos más que tres, ciertamente no
me la bebí yo ni este otro vecino. Luego evidentemente ha sido usted.
¿Cómo lo sabe si no me ha visto?
Porque así me lo dice mi
entendimiento, vecino, el sentido común.
Bien, amigo, confieso que me bebí su
cerveza, pero acepte usted que podemos ver con la inteligencia muchas cosas que
no vemos con los ojos. Y así yo sé, con seguridad que algún relojero, hizo mi reloj
aunque nunca lo he visto, pues no puede haberse hecho solo. Y sé también que
existe dios aunque no lo vea porque el Universo, que sí puedo ver, es bastante
más perfecto que mi pobre reloj.