Durante la
Segunda Guerra Mundial, las islas británicas representaban la última línea de
resistencia contra el avance de la opresión nazi en Europa. No obstante, bajo
un incesante ataque y en peligro de caer, Gran Bretaña carecía de los recursos
para triunfar en el conflicto. Por esa razón, el Primer Ministro británico
Winston Churchill habló por la emisora de radio BBC y apeló al mundo, diciendo:
“dennos las herramientas y concluiremos la tarea”. Sabía que, sin la ayuda del exterior,
no podrían soportar el ataque que estaba enfrentando.
La vida
es así. Con frecuencia, no estamos preparados para enfrentar las dificultades
que la vida nos presenta y necesitamos una ayuda que está fuera de nosotros.
Hebreos 4:16
“Acerquémonos, pues,
confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia
para el oportuno socorro”
En el
momento preciso, justo cuando lo necesitamos, cuando vienen las tentaciones,
encontramos lo necesario en aquel que sabe bien cómo darlo. Recibiremos “misericordia”,
el amor de Dios que observa y les ofrece ayuda a los creyentes abrumados por su
debilidad. También estará allí “gracia”, el amo de Dios absolutamente inmerecido,
que perdona al culpable. A ese trono de gracia venimos confiadamente confesando
el pecado y recibiendo el perdón, llevando la aflicción y siendo consolados,
entregando la debilidad y siendo fortalecidos, haciendo preguntas y recibiendo
respuestas, pero sólo por causa del "gran sumo sacerdote” que ha hecho
completa expiación de nuestros pecados.
En tales ocasiones,
nuestro mayor recurso es la oración, porque nos coloca en la misma presencia
del Señor. Allí, en su gracia y misericordia, encontraremos la ayuda necesaria.
RLM