sábado, 28 de marzo de 2020

LA BÚSQUEDA DE LA SABIDURÍA






Cuenta mi padre, para poder formalizar su noviazgo con mi madre, se lo tomó realmente serio. La escribía cartas, hacía preguntas profundas, compraba flores, dulces, libros, otros regalos y le invitaba a cenar los fines de semana a la salida del trabajo. Dedicaba mucho tiempo y esfuerzo en conquistarla.

Hace mucho tiempo, en el siglo X a C, Salomón ya había recomendado practicar esta clase de ardua dedicación al procurar otra cosa: Sabiduría. Una definición que el diccionario da sobre esta palabra “en entender lo que es verdadero, correcto y duradero”, Lo cual suena crucial si deseamos tener una vida que glorifique a nuestro santo Dios.

Quizá por esta razón, Salomón usó en Proverbios 2 tantos verbos que requieren acción, para describir los esfuerzos que debemos hacer a fin de obtener sabiduría. Dijo:

PROVERBIOS 2: 4
Si como a la plata las buscas, Y como a tesoros,

Con los oídos (o con los ojos, si los leemos) incorporamos estas palabras que luego guardamos en el corazón. Fijémonos cómo la adquisición de la Sabiduría de Dios parece crecer en intensidad primero es asunto de acertarla y guardarla, después se convierte en un clamor y en una búsqueda como la de un tesoro escondido. Job también habló de la sabiduría divina como de un tesoro raro y escondido: “El oro no se le igualará, ni el diamante, ni se cambiará por alhajas de oro fino” (Job 28: 17).
Si buscamos la Sabiduría divina se derramarán sobre nosotros muchas bendiciones, tanto terrenales como espirituales. Esto se asemeja a la observación de Jesús: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas os serán añadidas” (Mateo 6: 33).

Queda de hecho de que muchas personas sencillamente NO BUSCAN ESTA SABIDURÍA. Algunos porque no la consideran importante. Otros porque no están interesados en Dios ni en sus cosas. Algunos por preocuparse nada más que por los deleites de esta vida corta, por creer que la sabiduría es solamente para los de educación superior. Y otros por pensar que ya saben lo suficiente. Cualquiera que sea la razón resulta un trágico descuido. En nuestra época materialista y superficial, deberíamos mirar por encima del oropel atrayente de las posesiones y de los placeres temporales de la vida hacia los tesoros eternos de la Palabra de Dios.

Buscar la Sabiduría exige esfuerzo, y las Escrituras nos dicen dónde podemos encontrarla: “Porque el Señor de la Sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia”. Dios no está almacenando Sabiduría para sí mismo, sino que “Él provee de sana Sabiduría a los rectos” PROVERBIOS 2: 6-7.

Busca al Señor de todo corazón. Él es la fuente de toda Sabiduría para tu vida.