Cuenta mi padre,
para poder formalizar su noviazgo con mi madre, se lo tomó realmente serio. La escribía
cartas, hacía preguntas profundas, compraba flores, dulces, libros, otros
regalos y le invitaba a cenar los fines de semana a la salida del trabajo. Dedicaba
mucho tiempo y esfuerzo en conquistarla.
Hace mucho
tiempo, en el siglo X a C, Salomón ya había recomendado practicar esta clase de
ardua dedicación al procurar otra cosa: Sabiduría. Una definición que el
diccionario da sobre esta palabra “en entender lo que es verdadero, correcto y
duradero”, Lo cual suena crucial si deseamos tener una vida que glorifique a
nuestro santo Dios.
Quizá por esta
razón, Salomón usó en Proverbios 2 tantos verbos que requieren acción, para
describir los esfuerzos que debemos hacer a fin de obtener sabiduría. Dijo:
PROVERBIOS 2: 4
Si como a la plata las buscas, Y como a
tesoros,
Con los oídos (o
con los ojos, si los leemos) incorporamos estas palabras que luego guardamos en
el corazón. Fijémonos cómo la adquisición de la Sabiduría de Dios parece crecer
en intensidad primero es asunto de acertarla y guardarla, después se convierte
en un clamor y en una búsqueda como la de un tesoro escondido. Job también
habló de la sabiduría divina como de un tesoro raro y escondido: “El oro no se le igualará, ni el diamante,
ni se cambiará por alhajas de oro fino” (Job 28: 17).
Si buscamos la Sabiduría
divina se derramarán sobre nosotros muchas bendiciones, tanto terrenales como
espirituales. Esto se asemeja a la observación de Jesús: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas las
demás cosas os serán añadidas” (Mateo 6: 33).
Queda de hecho
de que muchas personas sencillamente NO BUSCAN ESTA SABIDURÍA. Algunos porque
no la consideran importante. Otros porque no están interesados en Dios ni en
sus cosas. Algunos por preocuparse nada más que por los deleites de esta vida
corta, por creer que la sabiduría es solamente para los de educación superior.
Y otros por pensar que ya saben lo suficiente. Cualquiera que sea la razón
resulta un trágico descuido. En nuestra época materialista y superficial,
deberíamos mirar por encima del oropel atrayente de las posesiones y de los
placeres temporales de la vida hacia los tesoros eternos de la Palabra de Dios.
Buscar la Sabiduría exige esfuerzo, y las Escrituras nos dicen dónde podemos encontrarla:
“Porque el Señor de la Sabiduría, y de
su boca viene el conocimiento y la inteligencia”. Dios no está almacenando
Sabiduría para sí mismo, sino que “Él
provee de sana Sabiduría a los rectos” PROVERBIOS 2: 6-7.
Busca al Señor
de todo corazón. Él es la fuente de toda Sabiduría para tu vida.