Te doy gracias,
Padre celestial, por medio de Jesucristo, tu amado Hijo, porque me has
protegido durante la noche de todo mal y peligro, y te ruego también que me
preserves y me guardes de pecado y de todo mal en este día, para que en todos
mis pensamientos, palabras y obras te pueda servir y agradar. En tus manos
encomiendo el cuerpo, el alma y todo lo que es mío. Tu santo ángel me acompañe
para que el maligno no tenga ningún poder sobre mí. Amen.