Es incierto que el Estado cubano no reconozca la
existencia de la prostitución dentro de sus fronteras
Antes de la Revolución triunfante de 1959, Cuba era un
gran prostíbulo, sobre todo para su dueño fáctico: Estados Unidos, potencia que
propició negocios mafiosos, actitudes consumistas en medio de miseria y
analfabetismo, así como derroche y banalidad a raudales, en contra de los
preceptos más básicos de José Martí, del cual una estatua llegó a ser vilmente
ensuciada por elementos uniformados de la colonialista Yanquilandia.
Pero el fenómeno del jineterismo en la Perla del Caribe
nada ha tenido ni tiene que ver con la explotación sexual organizada de la
mujer. Y los varones que se prostituyen en la Isla contemporánea no están
extorsionados ni instrumentalizados por empresa alguna que se lucre de su
actividad o la publicite comercialmente en periódicos o revistas gays o hetero.
En este tipo de “profesiones” de la Cuba de hoy, independiente, soberana y
socialista, prima un componente individualista (más que egoísta) acompañado en
numerosas ocasiones de oportunismo y de erróneas creencias en que, tras la
“huida” del archipiélago hacia el “idílico” mundo capitalista, las sociedades
“libres” enseñarán a esta gente a atar a los chuchos con largas ristras de
salchichas.
El compañero y amigo JM Álvarez nos explica en un breve
post suyo que hay mucha hipocresía en personas y organismos que reprochan
injustamente al Gobierno cubano algo como lo que seguidamente leerán:
El Comité para la Eliminación de la Violencia contra las
Mujeres (de la ONU) ha exigido al gobierno cubano que “afronte la realidad y
sus causas económicas en el tema de la prostitución”, en concreto ha
manifestado lo siguiente:”El Comité está profundamente preocupado porque el
Estado Parte no reconoce la existencia de la explotación de la prostitución”.
Eso es absolutamente falso.
Cuba no ha negado la presencia de aquella pues,
previamente, había advertido que “el fenómeno de la prostitución no tiene
causas estructurales en Cuba, ya que (éstas) fueron eliminadas tras el triunfo
de la Revolución”.
La respuesta que ha sorprendido al Comité es que La
Habana declare que “la prostitución en Cuba constituye una elección personal de
las mujeres y hombres que buscan en el ejercicio de la prostitución una vía
para acceder a determinados bienes de consumo que propicien un nivel de vida
superior al del resto de la población trabajadora, y en algunos casos emigrar
al exterior”.
Lo que realmente resulta “sorprendente” es que el Comité
le pida a la Mayor de las Antillas que atienda las causas económicas del
fenómeno ¿Es que quizás no las conoce? Cuba es una nación pobre que, además,
está amenazada y bloqueada económicamente por el mayor país del mundo en todos
los sentidos, incluyendo el número de putas: Estados Unidos de Norteamérica.
Ni con sus problemas internos (y no nos referimos a los 4
pelagatos que se llaman disidentes) ni con sus errores y aciertos, ni con ese
bloqueo que “no” existe, podrán evitar que Cuba sea un ejemplo de dignidad y un
referente mundial de resistencia antifascista.